miércoles, 8 de septiembre de 2010

El mejor juego de mi vida

Yo entré al mundo de la gimnasia a escondidas.

Una hermana de mi mamá me llevó un día a la Deportiva del Estado para recoger a mis primas que ya practicaban gimnasia olímpica. Tenía yo 8 años y nunca había practicado este deporte. Por curiosidad, me metí de improviso a la clase.

La instructora le comentó a mi tía que yo tenía habilidades. Yo me dí cuenta también. Lo único que quería era regresar. Pero mis papás no me dejaban porque no podían llevarme; entonces resolví irme a escondidas con mi tía y primas, que entonces eran mis vecinas de departamento. Así fue como entré al mundo de la gimnasia.

Después de 6 meses ya estaba compitiendo. Aún recuerdo con emoción el primer día que gané mi primera medalla de oro; mis papás estaban muy contentos y aún más, sorprendidos, porque hasta entonces no sabían que yo era gimnasta.

Después de esa competencia me invitaron a formar parte del equipo de la Deportiva junto con mis primas. Al principio las compañeras más grandes no nos trataban bien por que éramos las “chiquitas” y mucha de la atención de las maestras era para nosotras.

Poco a poco fuimos creciendo y aprendiendo.

Todo el día dábamos marometas, en el súper, en el patio de la casa, en la oficina de papá y en la escuela ni se diga.

Cuando llevábamos unos 3 años en la Deportiva, mis papás y mis tíos les ayudaron a nuestro profesores a poner su propio gimnasio y así fue como nació el Club Rumania.

Ahí estuve como unos 3 años más; fui elegida para asistir a mi primera competencia a nivel nacional en la Cuidad de México, pero un día antes del torneo me esguincé un dedo. Fui fuerte, ignoré el dolor y decidí no abandonar la competencia pues mi sueño era llegar ahí.

Después de esa competencia me di cuenta que no sólo me gustaba la gimnasia por sí misma; entendí que también me fascinaba competir. A la par asumí que para competir a un nivel verdadero me hacia falta más rigor, disciplina y entrega.

Lo que comenzó como un juego se convirtió en mi motivación y reto más importante durante mi niñez y adolescencia.