martes, 23 de noviembre de 2010

Adiós al Comonfort


Adiós al Comonfort 
Daniela Romero

La decisión había sido tomada: el mercado Comonfort sería demolido. Y con él, las antiguas oficinas del PRI. Una hora antes de la medianoche del jueves 11 de noviembre empezaron a trabajar en ello. Era el simbólico adiós a una historia de 50 años. En los mosaicos de la fachada se leía que el edificio se inauguró en la administración de 1958-1960.

Lo único que se le olvidó al entonces Alcalde fue darle las escrituras a los del PRI. Entonces nadie soñaba con que el partido dejara el poder. Pasarían casi tres décadas antes de que hubiera un Presidente municipal de otro partido. Y otros 20 años para que dejaran estas oficinas. Un incendio aceleró todo.

Esa noche la calle Comonfort se cerró al tráfico y elementos de la Policía municipal custodiaban el lugar; sin hablar salvo lo esencial, personal contratado por las autoridades –vestidos con chalecos naranja y casco de protección- sacaba de las ex oficinas del PRI muebles viejos, computadoras, documentos quemados, tablones, cajas con basura y hasta un cuadro de Francisco Madero. Todo era subido en camiones para luego depositarlo en una bodega del bulevar Morelos.

Dentro del vetusto edificio todavía olía a quemado, la mayoría de las paredes estaban negras; los muebles que quedaban era ya muy viejos, signos de otros tiempos mejores. En la oficina del presidente del PRI se sentía más claro el vacío: era el espacio más grande y mejor ubicado, prácticamente el único con vista a la calle. Esa noche no quedaba dentro ni un clip.

En algunas puertas del pasillo principal quedaba escrito en una hoja blanca el nombre de cada líder priísta al que pertenecía cada oficina; al fondo del edificio había un hoyo que se había hecho de un piso al otro después del incendio ocurrido hace ya casi un año.

Poco a poco se fue sacando todo hasta dejar vacío el lugar. Ahí adentro, silencioso, se encontraba el notario Sergio Cano dando fe al proceso. Su papá fue Alcalde en los años setenta, cuando todavía gobernaba el PRI a la ciudad.

Poco después de la media noche llegaron juntos la Secretaria del Ayuntamiento Mayra Enríquez y el líder municipal del PRI, Luis Gerardo Gutiérrez. Juntos recorrieron brevemente el lugar. Actuaban como si hubieran venido a un funeral. En cierto sentido, lo era. Mejor dicho, un entierro postergado. No el del PRI, sino de su antigua casa, la que por cierto, nadie lloró esa noche.